lunes, 22 de febrero de 2010

¡Hasta pronto Canaima! ¡Hasta pronto Venezuela! Canaima: sexta parte.

Luego de la magnífica experiencia de caminar detrás de la catarata, regresamos al campamento cruzando el lago de nuevo en curiara, la habían acercado a la orilla más cercana a la bajada del Salto el Hacha. Llegamos a la orilla de enfrente, Ericka nos quería dejar nadar un poco en el lago Canaima… ¡pero! conforme íbamos bajando algunos alemanes le dijeron que para qué íbamos a nadar de nuevo, que ya lo habíamos hecho en el río. No tengo idea de su motivo, no teníamos prisa alguna, no había urgencia de llegar a ningún lado, el día era fabuloso y sí, vale, habíamos nadado en el río y fue genial, pero esto era el lago y cerca de las cataratas, para mí de verdad que eran cosas diferentes… pero el caso es que fueron mayoría los alemanes que prefirieron no hacerlo y por su culpa nos quedamos todos sin esa experiencia. De nuestro grupo la que más se atrevió a protestar por el asunto fue Esther, que no tuvo empacho en demostrar su cabreo tanto con sus gestos y lenguaje corporal como con sus expresiones orales, pero si alguno entendió algo, no dijo ni mu, vamos, vieron que habíamos varios que sí queríamos nadar un rato allí y que estábamos molestos con no hacerlo, pero ellos ni se inmutaron, como si no era con ellos. :(

Así que nada, navegamos de vuelta al rancho, pasando de nuevo lo más cerca posible de las cataratas:



Al llegar al rancho, la comida ya estaba esperándonos. Un menú muy venezolano: pollo asado que estaba ¡deliciosísimo!, ensalada de papas, otra ensalada (¡huy! (Ya no recuerdo de qué era!), bebidas gaseosas y/o agua. Podíamos repetir las veces que quisiéramos. Todo esto aliñado con abundante música tropical :D. Al terminar de comer nos dieron un tiempo de descanso, sólo que, nuevamente, no nos dijeron cuánto tiempo teníamos ni si podíamos o era conveniente alejarnos del rancho. Nosotros nos quedamos allí, nos vestimos, vimos un poco la tienda, pero no compramos nada, pasa que a mí me supo todo muy “made in China” y no es que tenga nada en contra, pero puestos a comprar suvenires, lo mínimo es que sean hechos en el lugar, digo yo. Además es que los precios eran totalmente para europeos. Ya me habían comentado mis amigos venezolanos que a Canaima sólo pueden viajar extranjeros, los precios son demasiado altos para los propios venezolanos (para mí esto más que una pena es una verdadera vergüenza, implica que por un lado no les importa privar de tales maravillas a los mismos del país, pero que además se aprovechan de los turistas… igualmente, el caso es que para los turistas el precio no es en sí elevado y estos lugares hay que visitarlos, así que ajo y agua). Luego nos pusimos a charlar con un señor que decía ser el dueño del lugar, español de nacimiento tenía ya muchos años en Canaima.

Al cabo de un rato, nos dice Ericka que tenemos que esperar un poco más y que podemos ir a la orilla del lago si queríamos. Así lo hicimos y aprovechamos para llenarnos de energía y positivismo contemplando este fabuloso paisaje:



Llegó la hora de partir, sería entonces cuando por fin sobrevolaríamos el Salto Ángel… ¡pero! ¡Estaba todo cubierto de nubes! :( ¡snif! ¡Snif! ¡Snif! Y pasa que en realidad para mí ¡el precio de esta excursión se justificaba por ver el Salto Ángel! ¡Alto! ¡Esto merece una explicación! ¡Por supuesto que el viaje estuvo genial!, que ya bastante impresionante fue caminar detrás de una cascada y nadar en un río con vistas a los tepuyes, sí, claro, además lo super-requetecontra recomeindo, pero es que nos salió en unos 350 US$ el viaje, que era ir y venir en el mismo día. Y claro, yo sé, de eso no se puede culpar a nadie, pero sí me queda la cosa de que igual si por la mañana hubieran intentado sobrevolar el Salto Ángel, como se suponía que iba a ser, igual habríamos visto algo más que por la tarde. ¡En fin! Igualmente fue una experiencia maravillosa y esto fue parte de lo que pudimos ver en el vuelo de regreso a Margarita:



Esa noche, ya en Isla Margarita, cenamos juntos los 4 y luego Esther, Rosa y yo (Curro estaba ya muy cansado) nos despedimos de la isla “a nuestra manera”. Jugamos unas partidas con Esther mientras Rosa recibía clases para jugar al billar, fuimos un rato a la discoteca, luego un poco a ver la luna a la orilla del mar y terminamos conversando un poco con algunos del Scrabble que aún estaban por la piscina de cerca de las habitaciones.

Por cierto que me han dicho que no he comentado mucho del Hotel Dunes de Isla Margarita. Pasa lo siguiente: el hotel estaba bien. No excelente. No fabuloso. Bien. Las instalaciones en general, muy bien, bastantes piscinas, bastantes áreas para hacer cosas, bonita playa, ahora bien, la comida de los diversos restaurantes, hombre, estaba bien, pero no remarcaría nada en realidad, de hecho, cuando hicieron las noches temáticas (que hacían las comidas acorde a países), comentábamos que lo que servían era la “versión libre del Hotel Dunes” de la comida tal o cual, porque por lo demás no se acercaba a los platos reales que se suponía que ponían. Insisto, comer bien, comimos, sólo que nada para destacar y cuando es así no me parece algo como para comentar en el blog. ¿Si lo recomendaría? Depende de muchísimas cosas. Para empezar tampoco tuve el tiempo de conocer otros hoteles en Margarita para poder decir “mejor ve a este otro” o “pues mira, no será una maravilla pero es el mejor de la isla”. ¿Si recomendaría Isla Margarita como destino turístico? ¡Buf! ¡Qué difícil! Más bien va a ser que no. Playas: he visto mejores. Resorts: he visto mejores. Canaima sí, es de esos destinos que vale la pena ir y para estar varios días.

Siguiendo con el relato: esa fue nuestra última noche en Venezuela, a la mañana siguiente salíamos de regreso a Madrid.

¡Hasta pronto Venezuela! ¡De verdad espero poder volver! :D

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