jueves, 2 de abril de 2009

¡Desde Rusia con amor!


Por trabajo “tuve” que ir a Moscú en noviembre del 2005. Era mi primera visita a Rusia (y la única, de momento, lamentablemente) y estuve desde el domingo 20 (llegando casi a media noche) al domingo 26 (el vuelo salía a las 8 de la mañana). Como era un viaje de negocios, me tocó ir sola y mi tiempo para hacer turismo era muy corto y de noche… ¡ya que tenía que trabajar de lunes a viernes hasta las 18.00 y el sábado por la mañana! :( y puesto que era en invierno, el sol se ocultaba sobre las 16.00… y las temperaturas eran de -15 grados C para abajo… :( ¡Incluso el aterrizaje fue mientras nevaba! (¡Y luego van en Madrid y cierran el aeropuerto por unos copitos de nada!) ;P Encima van y me pierden el equipaje… así que mi primer contacto con los rusos en Rusia fue tratando de rescatar mi maleta… ¡esa sí que no fue una historia agradable! Tuve que ponerme grosera para que al fin me atendiera alguien, pero me entregaron la maleta hasta 2 días después ¡gggggggrrrrr!






Mi trabajo consistía en dar formación al personal nuevo de la empresa en Moscú. Hice lo mismo durante 4 años, normalmente viajando sola, así que el ir a descubrir solita la ciudad a la que iba, no era nuevo para mí… ¡pero! si hablamos de Moscú, todo aquél que sabía de mi viaje me decía que tuviera cuidado, que no saliera de noche, que no tomara un taxi en plena calle, etc., etc., etc. A ver. Por primera vez en mi vida tenía la oportunidad de estar en Moscú… ¿se suponía que me tenía que quedar en el hotel toda la semana para salir sólo unas cuantas horas a medio ver algo el sábado? Consulté con mis colegas de Moscú y con el personal del hotel y tooodos estuvieron de acuerdo en que si iba en metro y sólo a lugares turísticos, no tendría por qué tener problemas, en todo caso, lo que sí era pedir en el hotel o en el lugar al que fuera que me llamaran un taxi y no tomarlo por mi cuenta en la calle.




Durante la semana visité varias veces la Plaza Roja y sus alrededores, que simplemente ¡me cautivaron!




















Definitivamente no es posible hacerse una idea de lo grande que es la Plaza Roja y el Kremlin, más que estando allí. Me fue una experiencia especialmente traumatizante el darme cuenta que además son ahora ¡todo un ícono del capitalismo! Da igual que aún esté Zhukov en su monumento ecuestre apachurrando con su caballo al águila Nazi y que Lenin siga en su mausoleo. Yendo de la salida del metro a la Plaza Roja, lo primero que se ve, exactamente en el GUM, en la parte que da a la Plaza Roja, es… ¡un Zara! Y frente al monumento de Zhukov, bajo la plaza Manezhnaya (que tiene un domo de cristal precioso, por cierto), está el centro comercial Okhotny Ryad… ¿te imaginas lo que hay allí? ¡Vamos! ¡Piensa un poco! ¿Cuál podría ser la peor pesadilla de Lenin como símbolo del capitalismo? (¡Me lo imagino revolviéndose en la tumba y todo!)… ¿Lo pillas? UN MCDONALD´S!!!







Moscú me pareció una ciudad muy cara. Ir de compras allí no era una opción para mí. Incluso a veces el buscar donde cenar era un problema (cuestión de principios, no de quién lo pagaba). Normalmente cuando viajo me gusta ir a lugares emblemáticos al menos a tomar un café… una cola… así que quise hacerlo en un café italiano del GUM: Café Bosco. En algunas guías dicen que en realidad no es caro para ser Moscú… y puede que así fuera, pero a veces ¡hay precios que simplemente nunca pagaría por un café o una cola! Pero sí, el lugar parecía ser bueno.







Algunas fotos del GUM (visto desde la Plaza Roja):











Mi lugar favorito de la Plaza Roja es la catedral de San Basilio:







(¡Sí! Esa de allí bajo kilos y kilos de ropa caliente... ¡soy yo!) ;)



Un día mis colegas me invitaron a comer a un restaurante Americano, Starlite Diner (ni idea del porqué a un lugar Americano, pero estuvo bien). Una de las mejores cosas de viajar por negocios es que se aprende más sobre el lugar al que vas y su gente que si vas como turista normal. (Bueno, vale, está bien, lo mejor en realidad es que ¡no eres tú quien paga los gastos!) ;) En la comida estuvimos hablando mucho sobre los rusos. Una de mis colegas estuvo viviendo en USA, así que tenía una buena idea de las cosas que me podrían parecer sorprendentes de la cultura rusa. Por ejemplo, que los rusos que viven fuera de Moscú necesitan un permiso especial para ir a Moscú (dijeron que era algo parecido a una visa). Esto se debe a que ya hay de por sí muuucha gente viviendo allí y la ciudad no se da abasto, pero esto traducido a la vida real lo que ha significado es… ¡más trabajo para la mafia! (falsificando los permisos). Aproveché a preguntarles cómo, con lo que ganan, podían los rusos que viven en Moscú, hacer frente a los precios que vi por las calles. Me explicaron que lo que pasa es que no compran en Moscú sino en sus ciudades de origen o si quedan demasiado lejos, van a alguna ciudad de los alrededores a hacer compras. Esto significa hacer viajes largos sólo para ir de compras, cosa que me confirmó lo subjetivo de los términos “cerca” y “lejos”.







También fui a conocer varias de las estaciones de metro ¡Algunas parecían verdaderos museos! El único problema fue que allí todo está escrito en cirílico y bueno, eso no sería un problema en realidad si sabes perfectamente cómo se escribe en cirílico el nombre de los lugares a los que quieres ir, pero aún así, te puede pasar alguna vez que vas y descubres que hay otro nombre, muy, muy parecido al del lugar que buscabas, tan sólo con un pequeño cambio de dirección en alguna de las pequeñas líneas dentro de alguna letra… y entonces… ¡intenta preguntar a alguien cómo ir a donde querías! Vale, empecé preguntando a gente joven el consabido “do you speak English?” y finalmente un chaval me respondió que sí. Le expliqué, mostrándole en el mapa el lugar al que quería ir, si me podía decir cómo ir… y efectivamente, me dio las indicaciones, de forma muy amable, con una sonrisa preciosa e incluso gesticulando las direcciones con la mano… ¡sólo que en perfecto ruso! :S Así que mejor simplemente regresé al lugar de partida y volví a seguir los rótulos. (¡Mentiría si dijera que me di cuenta del error de la pequeña línea en la palabra en el segundo intento!)










El sábado tomé una excursión por la ciudad. Éramos unas 15 personas, ¡siendo yo la única mujer del grupo! :S Fuimos en bus por los lugares turísticos más relevantes, donde nos bajábamos a tomar fotos y comprar suvenires. Fue muy bonito lo amables que se portaron conmigo. Siempre me dejaban subir la primera al bus, me preguntaban si quería que me tomaran fotos… sí, ¡A veces es bonito ser la única mujer de un grupo! :P











Un alemán fue el que más me estuvo hablando e incluso se sentó cerca de mí en el bus. Cuando llegamos a la Plaza Roja, el guía nos pidió que nos pusiéramos en círculo a escucharle. El alemán se había puesto a mi lado. Sorpresivamente el guía nos dijo que ese era el fin del tour, que no nos llevarían de regreso a la agencia de viajes. Por la conversación que se venía dando con el alemán, imaginé que me invitaría a un café al final del tour, pero en el momento en el que el guía nos terminó de dar la despedida, un francés que estaba completamente al lado opuesto a mí en el círculo (y del que yo no me había percatado de su existencia en todo el tour), literalmente pegó un salto para ponerse frente a mí y me preguntó si me apetecía un café. Yo me quedé muy sorprendida, al igual que el alemán. Esperé unos segundos a ver si el alemán reaccionaba de alguna forma (podíamos ir los 3 a tomar algo, por ejemplo), pero él sólo me veía sin reaccionar y el francés insistió…
(Continuará el próximo sábado)




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