Si digo que Viena me encantó, posiblemente me dirás que tengo que empezar a ampliar mi vocabulario y que de casi todos los lugares de los que escribo digo lo mismo... pero... ¿qué hago yo si es así? Bueno, es que casi que si el lugar no me gusta, básicamente no hablo de él en este blog, por un lado, por el otro... ¡es que me encantó! :D
En este caso y como cosa rara, no llevaba visto de antemano lo que podía serme de interés en Viena y básicamente me dediqué a caminar por las calles, entrando a los lugares que me parecieron interesantes.
Fue así, camimando, caminando, como llegué frente al Hotel Sacher. Pasa que aún no sabes que soy una fiel e incondicional amante del chocolate (que en los últimos años he bajado dramáticamente su consumo por "razones de peso") y la tarta Sacher es una de mis favoritas desde hace montón de años... y sí, sabía de la historia de la misma y que fue inventada precisamente en el hotel Sacher y que dicho hotel está en Viena... ¡pero! ¡no había caído en la cuenta cuando llegué a la ciudad!¡Así que fue una sorpresa maravillosa!
Con aquello de que ya había comprobado que los precios en Viena son bastante más altos que en Madrid, me acerqué tímidamente al hotel y desde la calle vi el café, muy elegante y con un ambiente alegre a la vez que distinguido... ¡y tomé conciencia de que yo no estaba vestida para la ocasión! De hecho, es que ni llevaba en la maleta algo medianamente pasable para ir a un lugar así... pero también vi los precios y quedé muy sorprendida de que eran más bien precios muy asequibles, en especial tomando en cuenta la ciudad y el tipo de hotel que era. Así que apliqué el lema de "total, aquí nadie me conoce" y decidí entrar y darme el fantástico gusto de probar la tarta original en el que vendría a ser algo así como su santuario.
El primer gusto fue que no me sacaran a pesar de mi vestimenta :D luego, el ambiente, con música clásica de fondo, la decoracíón exquisita del lugar, los olores de la comida... ¡y sí! ¡Una vez más! ¡Levitaba!
Esa primera vez pedí un café vienés y un trozo de tarta... pero es que... con esos precios, con esa calidad y sabiendo que a saber cuándo iba a poder ir de nuevo... ¡tomé la costumbre de cenar allí todas las noches que estuve en Viena! :D ¡Y mira, tan acertada estuve, que de esto hace ya 5 años y aunque vengo deseando ir de nuevo, no hay forma que vaya otra vez a Viena!
Ya no recuerdo todo lo que probé, pero sí que me gustó todo. En especial, claro, la tarta Sacher pero también el goulash.
Tienen también una tienda y aproveché para comprar una tarta Sacher para compartirla en Madrid con la familia (claro, les encantó) y chocolate en povlo para hacer en bebida.
Tienen también una tienda online, que me parece ideal para un regalito super especial que se quiera hacer, pero digo "super especial" porque aunque los precios de los artículos en sí están bastante bien, el problema es el precio de los gastos de envío. Para que te hagas una idea, una tarta Sacher te cuesta, depende del tamaño, entre 19,50 y 39,50... pero los gastos de envío van ¡de 28 a 39 euros! :( Vale, es que es a través de DHL, pero... ¡se pasan!)
Como quiera que sea, la comida de este café me resultó exquisita y a buen precio.
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