domingo, 17 de mayo de 2009

Un día de SPA en el hotel Habakuk, Eslovenia



En septiembre de 2005 fui, por trabajo, a Slovenia. (¡Y sí! ¡2005 fue un año de viajes geniales! Pero también de mucho trabajo, me temo).

Estuve una semana en Maribor, dando training a un grupo de personas que venían de varios países de Europa del este. El training en sí ya era bastante interesante, aprendí mucho sobre varios países ex comunistas que trabajaron duro para hacerse competitivos en el sistema capitalista. Hablamos también sobre los daños de la mafia en sus países y lo difícil que era combatirla puesto que normalmente implicaban a personas con poder.



Las costumbres alimenticias son también algo muy interesante cuando viajas. En Europa hay una especie de standard respecto al desayuno y a la buena combinación de proteínas, vegetales y algo dulce de postre al medio día. La cena y las horas de comer es donde se encuentran las mayores diferencias, al igual que en los condimentos y los alimentos más comunes a usar en cada lugar.



De cuando en cuando me llevo sorpresas interesantes en lugares donde no se me habría ocurrido que encontraría similitudes con la cocina guatemalteca… ¡voy y las encuentro! Me pasó también en Eslovenia, con el aceite de semillas de calabaza. Lo usan para condimentar las ensaladas. En Guatemala tenemos un condimento que llamamos pepita y que consiste en… ¡semillas de calabaza asadas y luego hechas polvo! La usamos para poner a mangos verdes, naranjas o pepinos cuando los comemos con limón y sal. No se trata de ensaladas, son más bien como aperitivos que se comen entre comidas, sin mayor ritual ¡pero deliciosos!. :) Así que fue genial descubrir el aceite de semillas de calabaza, ¡me dio la idea de que podía usar la pepita para ensaladas también!

Tuvimos una semana de duro trabajo, pero igualmente pudimos conocer algo de Maribor.





Como siempre, tuve especial cuidado de guardarme un día libre para Maribor y una compi me sugirió pasarlo en el SPA del hotel Habakuk… ¡Oh sí! ¡Fue una idea fantástica! :D

Los alrededores del hotel eran preciosos, mucho verde, pajaros cantando, construcciones de Madera, un lugar muy tranquilo.




El hotel, bonito, de 5 estrellas, pero nada del otro mundo en su diseño en sí como para estar en la lista de mis favoritos, debo decir.



Bonita piscina y Jacuzzis.

El restaurante estaba bien. Nada relevante de lo que hablar.

Lo que la hizo una experiencia inolvidable fue el paquete que tomé. No recuerdo el nombre, pero consistía en: primero un baño de lodo, luego un masaje (A), luego un rato en una bañera con jets de jacuzzi (B) que fue muy especial porque la masajista apagó las luces y dejó unas lucecitas en el techo que simulaban estrellas, velas encendidas en el suelo alrededor de la bañera y, por supuesto, música relajante de fondo.



Cuando la masajista regresó, yo estaba casi dormida, ella me preparó la cama (C ) y me dejó allí, con un té, diciéndome que me podía tomar el tiempo que quisiera descansando allí. Dejó las estrellitas del techo encendidas y la música relajante… ¡Dios! ¡Qué experiencia más relajante! ¡¡¡¡¡ OOOOOOOOOHHHHHHHMMMMMM!!!! ;D

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